miércoles, septiembre 26, 2007

La noche en negro




Keith Jarrett, en la noche, la melodía, contigo. No importa que llueva, adentro el sol es radiante, y lo que pase en el Matadero nos trae sin cuidado, las performances estúpidas que sólo pueden gustar a los imbéciles, entramos a una nave y Las Luisa gritan, dan su sermón de mujeres "liberadas",

ya no me vas a tocar el coño nunca más,

y alguien replica, cerca de nosotros

pues si no te lo tocamos nos vamos,

y eso es lo que hacemos, largarnos, en otra nave más allá de Júpiter el suelo vibra demasiado, son los decibelios que hay que esparcir por el universo, unos travestis hipermodernos están sacudiendo algo, un ping pong galáctico, una música "rayante", dice alguien para el cronista,

y se echa a llover y hay que buscar unos servicios, y es una cloaca ella me sostiene la puerta, tengo que aguantar el olor a podredumbre

qué pasa con los muertos, la casa se llena de poltergeist



En la radio dicen que Glenn Gould hubiera cumplido setenta y cinco años, pero murió hace veinticinco, lo hará en octubre, murió con cincuenta años, pero los aprovechó bien; veo algunos vídeos, por ejemplo tocando la sonata nº 30, op. 109 de Beethoven, en un escenario desnudo, hay unas columnas por donde juega la cámara, él está sentado en su silla, no hay quien se la quite; y en otro aparece tocando el piano en el concierto de Brandemburgo nº 5 de J. S. Bach, con Julius Baker a la flauta y Oscar Shumsky al violín, parece realmente un teclado, un clave de esa época gloriosa.

En la noche musical, suena un piano que es una celesta que es un gong visto en una tienda china en la zona de Cuatro Caminos, que es un manto negro, que es un dolor, que pertenece a Takemitsu, que ha visitado el viento, sopla fuerte, es otro vídeo de K. Zimerman dirigiendo la Fca. de Viena en el concierto para piano nº 2 de Beethoven, la música romántica que se extiende por la lluvia que cae al otro lado del mundo y los relámpagos iluminan el paisaje que duerme.

Veo Ordet (La palabra) de Dreyer y sé que la muerte está al otro lado, y que la última palabra tiene que ser "la vida", y los milagros, son necesarios.

Otras cosas son prescindibles.

En la Fnac suena Z. Preisner; escucho a Ludovico Einaudi, simplemente, esperando que venga a Málaga para el directo, el 1 de noviembre.

La noche nunca se queda en silencio; el silencio es una ilusión.

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4 Comments:

Blogger Emilio Calvo de Mora said...

Escritura visceral donde las haya, hipnótica, sugerente. Lo de menos es Gould o las anécdotas secundarias.

9:59 p. m.  
Blogger Daro said...

seguire visitando este blog...

www.asuntodecrustaceos.blogspot.com
www.sonatelosoidos.blogspot.com

saludos
daro

4:49 p. m.  
Blogger lukas said...

Emilio, no me sale tu perfil ni tu blog, me gustaría visitarlo si lo tienes; gracias por tu comentario.

Daro, lo mismo digo.

11:19 a. m.  
Blogger Laura said...

Glenn Gould tocando las Variaciones Goldberg, no se si en la década de los 60. Bach y su música, infinita, con la espiritualidad propia de un ser ajeno al mundo que desconoce sus raíces, solo que sin ser nada de eso. ¿Sería consciente Bach de lo hondo de su arte?

Quizá sean mis 24 años, o tal vez no. Pero aún consiguen emocionarme los lamentos de Gould al piano, su alma trascendiendo toda la locura de la que sus ademanes eran capaces. A pesar del aria, prescindiendo incluso del ritmo frenético que Gould sabe imprimir tan dolorosamente, las Variaciones Goldberg me parecerían igualmente imprescindibles.

5:36 p. m.  

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