martes, diciembre 18, 2007

Reencuentro (II)

El domingo en el mercadillo me encuentro con Ángel, después de casi dos años (o más) sin vernos. Estaba en un puesto junto a su novia, una argentina de nombre Graciela que es artesana y que pinta sobre cristal, etc. Ahora, me dice, vive en Lanjarón, con ella, y le va muy bien, pues se está haciendo una casa y bla bla bla. Tomamos una cerveza, después de esperar yo veinte minutos en la cola del pequeño Covirán, el único comercio en aquellos andurriales. Luego tomamos otro litro (esta vez fuimos juntos y tardamos menos en pasar por caja), y más tarde otro, y así como quien no quiere la cosa nos fuimos contando cosas y recordamos tiempos mejores, porque cualquier tiempo pasado fue mejor en el puto pueblo de Nerja, mucha policía poca diversión. Me dice que lo llame y vaya a visitarlo, y ya iré, seguro, el año que viene. La segunda parte ya no estuvo tan bien, ya que nos fuimos al puto parque Verano Azul, desierto a no ser por unos tipos muy divertidos que estaban donde la fuente de Europa, de donde han arrancado los bancos de madera para que no se reúna nadie, el fascismo de este pueblo no tiene límites. Así que fuimos los tres al Club de Petanca (es la máxima diversión en este pueblo) y tomamos dos tubos y un café. Y como no estaba Spencer ya nos íbamos, cuando nos topamos con Thomas y el amigo alemán, en los dos bancos soleados cerca de los escalones que suben y bajan. Así que allí estuvimos un rato, aunque allí también fue el anticlímax, porque al final todo quedó en nada, ellos se fueron (Thomas, Ángel y la novia, que es feísima) a Carabanchel y los dos nos quedamos al sol que más calienta, y aunque ya estaba borracho escuché bien lo que Thomas había dicho de mí, mal, claro, porque de un alemán qué bueno puede salir, y otro día que lo vea se enterará. En fin, que ya no pienso ir a ningún sitio, porque este Ángel no ha cambiado, y cuando pilla oportunidad, se va al Camino del Vicio, y me deja tirado. Malditos sean todos.

Menos mal que tengo la música de John Cage para relajarme y meditar. Me acuerdo estos días del festival que hubo hace justo un año en La Casa Encendida de Madrid, ¡qué bien nos lo pasamos los espíritus libres! Cuánto echo de menos Madrid, la mejor ciudad del mundo pese a tanta bazofia que se ha instalado últimamente.

Escucho a Johann Sebastian Bach, por la Orquesta Bach de Munich, Karl Richter, y eso es la dulce navidad.

Eso, y los villancicos versión gospel que cantaba Mahalia Jackson.

Dulce navidad, frío, polvorones, hojaldrinas, queso de oveja curado, un buen vino, la música de John Cage, y a la mierda Lanjarón, Órgiva y los 17 Hippies.


Mi disco favorito de Cage: obras para piano de todo tipo, por Stephen Drury.

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2 Comments:

Blogger Madame X said...

Querido, vaya espíritu navideño tienes.

¿No sabes sonreír a la adversidad?

... X

10:08 p. m.  
Blogger ignatiusmismo said...

Gracias. Me lo he pasado bien leyéndote. Y también admiro a Cage. Saludos.

10:33 p. m.  

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