martes, marzo 25, 2008

Alban Berg

Justo acababa de escuchar las Tres piezas para orquesta, op. 6 de Alban Berg, como "ilustración sonora" de lo que había leído en el libro de Ross, y ponen otra obra suya en Radio Clásica. La obra para orquesta es tal vez la mayor de su catálogo, no por su duración sino por su intensidad. La tercera pieza, Marcha, es de una contundencia poco común, y no sé si muchos oyentes la aguantan. El comentario que hace AR es lo suficientemente bueno como para no añadir nada más (se encuentra en la página 66). Antes del análisis dice que en esta obra chocan las dos tendencias en Berg (algo que también se muestra en su ópera Wozzeck): los sonidos dulces y algo kitsch, por un lado; y su amor por la complejidad en sí misma. Estas piezas son totalmente sinfónicas en su concepción (duran en total unos 20'), schoenbergiana en contenido pero mahleriana en su forma. He ahí la dualidad permanente del más lírico de los discípulos de Schoenberg. Hay varias versiones disponibles en disco, pero la que tengo (Orquesta Sinfónica de Londres, Claudio Abbado, DG, 1971) es una de las mejores.

Pues bien, en la radio pusieron el Concierto de cámara para piano, violín y 13 instrumentos, en versión de Daniel Barenboim, Pinchas Zukerman y el Ensemble Intercontemporain dirigido por Boulez. Hacía tiempo que no la escuchaba, y sólo tengo la versión de la London Sinfonietta, Atherton. En la primera parte el piano aparece en segundo plano, en cambio el violín es siempre solista, dialogando contrapuntísticamente con los vientos; su escritura es parecida a la que luego empleará en el Concierto para violín, A la memoria de un ángel. Es la parte lírica, dulce, frente a la más agitada de los otros, ahí se incluye al piano, que suele derivar hacia el trastorno. Es el piano, martilleante, el que suele comunicar el desgarro al instrumento de cuerda. En la segunda parte el piano tiene mayor relieve y la obra es más abiertamente expresionista. Es un pasaje de gran complejidad, pero al final parece surgir un poco de calma, sin embargo engañosa...

Justo a continuación pusieron una obra de Stravinsky, sus Sinfonías para instrumentos de viento (23 en total), en versión de miembros de la Filarmónica de Berlín, Boulez. ¡Justo lo más opuesto a lo que acababa de sonar! Frente a la escritura compleja y llena de dificultades para los instrumentos de viento, aquí nos encontramos ya en la época "neoclásica" del ruso, por eso es bastante irónico que dedique la partitura "a la memoria de Claude Debussy", que acababa de morir unos años antes. Aquí también encontramos la clara contraposición entre una fanfarria de aspecto rígido, al unísono, y unas sonoridades más brumosas y calmas. Al final dominan las notas largas y sostenidas. En las páginas 96-97 AR comenta esta obra: Debussy no apoyaba la deriva "objetivista" de su colega y se quejó abiertamente de que estaba alejándose de sus orígenes. En esta obra, basada en el servicio funeral ortodoxo ruso, S. entierra su yo ruso junto con el cuerpo de Debussy.

Cómo me gustaría, por otro lado, que en Radio Clásica hubiera más momentos "gloriosos" como éste, de lo contrario RC va a quedar como un bálsamo para cuatro carcamales.

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3 Comments:

Blogger Madame X said...

Que gozada tener un oído tan capaz de disfrutar así con la música... Ya me gustaría. Te felicito.

Un abrazo.

X

5:10 p. m.  
Blogger lukas said...

No es tan difícil, Madame, se trata de ponerse un poco cada día, de prestar atención, sobre todo de no hacer otra cosa mientras se escucha. Es algo de disciplina tipo zen, o qué sé yo... En fin, algo que no se lleva mucho en estos tiempos de consumo rápido.

11:13 a. m.  
Blogger Mery said...

Es sorprendente tu escrito de hoy, con qué cuidado y delicadeza eres capaz de desgranar una obra musical. Ya leí tu recomendación anterior y he tomado nota.
En Semana Santa oí una mañana el Te Deum de Schubert y quedé impresionada. Seguro que de esa obra tb entiendes un rato.
Un placer leerte

3:07 p. m.  

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