viernes, septiembre 05, 2008

Catástrofe

Y por lo tanto, sigo leyendo a Thomas Bernhard aunque mucha gente piense que es un petardo insufrible, porque TB es un escritor que mueve, mueve la sangre o mueve la rabia que uno tiene, y sobre todo esta novela, Trastorno, que es un desfile sublime de engendros, a través de la mirada de un médico y su joven hijo. Estamos en Estiria, en la Austria rural, en esa región en donde no pasa nada que no sea horrible, catastrófico, terrible para el cuerpo y para el espíritu, que está conectado. Aunque todo este panorama pueda parecer desolador, en realidad es muy divertido, TB es un escritor humorístico, aunque su humor sea más negro que el carbón, aunque no sea un humor para todo el mundo. Fíjense por ejemplo en ese momento de los dos molineros, el marido y la mujer, los dos enfermos de las piernas, podridas, cada uno en su sofá, y el perro lobo rabioso en medio, rabioso porque no para de oír el griterío de los pájaros exóticos que hay en una jaula fuera de la casa, pájaros que acumuló un pariente que acaba de morir hace unas semanas. Hay que imaginar a este perro, sostenido ora por un enfermo, ora por el otro, yendo de un amo al otro, ladrando y agitándose, y los dos viejos impotentes para calmarlo; la solución es cruel pero no queda otra: hay que matar a todos los pájaros, retorcerles el pescuezo; y esa tarea la tienen que hacer los hijos y un trabajador turco al que han contratado, al que explotan, el extranjero sirve para eso. Al principio es una tarea ardua, luego uno se acostumbra. ¿A que es divertido?

Todos los pacientes están tocados, más que la parte física, tienen jodida la cabeza, la parte mental. La culminación será la visita al castillo de Saurau, el cual es dueño de casi todos esos territorios y por eso de alguna forma los domina a todos, también mentalmente; es tan loco como rico. Austria está podrida.

Thomas Bernhard, y luego Robert Walser, Los hermanos Tanner.

Veo tirado a la basura un cuadro de esos promocionales, dice Costa Mogán, Gran Canaria, es un paisaje verde, idílico. Pero hay más. Otros cuadros también cutres muestran fotos de aviones, de distintas compañías, puede que una sea Spanair. Da igual, ahora la gente tiene pánico a montar en un avión, sea la marca que sea, y eso me regocija, me alegra muchísimo. ¿Qué os pensábais, imbéciles, que volar era seguro?

JAJAJA.

Y dicen que es un milagro, los que se salvaron. Y dicen que es algo diabólico, los que perecieron. Pues no. Es que a unos les toca, a otros no. Azar, impredecible. No podéis controlar el azar, gilipollas. Un mendigo alemán, o checo, cerca de la calle Mayor, Madrid, domingo por la tarde, una maratón, la policía, un policía canijo y débil mental, no hace nada pese a que el otro atruena más que los altavoces putos del Ayuntamiento que ameniza la carrera con sus pedorretas oficiales. El alemán o checo no para de chillar la única palabra que sabe de castellano, GILIPOLLAS, con un acento asqueroso de Europa central. Es lo malo de esta puta ciudad de Madrid, de la que Javier Bergia no para de quejarse: ha sido invadida por chusma de Sudamérica, por chusma de China, por chusma de todo el mundo. Actualmente no hay una ciudad en el continente más chusmosa que Madrid, por culpa de la dejadez de los políticos y la gente normal que no hace nada por rechazar esa invasión asquerosa. Y así, si uno se mueve hacia el sur-suroeste, ya no puede respirar, ya no puede ir por la acera, porque todo está plagado de panchitos, palakawinos, chinos-todos-iguales, sudacas que van haciendo eses y que luego matan a sus mujeres y que se quedan toda la noche de jarana en la plaza, y ese reggaetón que es la cosa más imbécil del mundo.

Alivio al dejar Usera, alivio al entrar en Caixaforum. Pero allí descubro que hay otra plaga, más pequeña, pero no menos insidiosa: NIÑOS. En la exposición de Chaplin no tanto, pero en la de Mucha, hay que joderse, los padres a lo suyo y los niños a lo único que saben, chillar como pajarracos, pasar entre la gente sin respeto ninguno, los niños son bestias indecentes, inconscientes, todavía les queda mucho para civilizarse, y es difícil que esta generación lo consiga.

Y si vas al cine, puede que sea para jugar a los videojuegos. El cine ha muerto. Entramos a la Filmoteca del Cine Doré y hay un ambiente deprimente de domingo noche, de fin de mes y fin de vacaciones, y sin embargo, todavía queda una chispa, aunque no sé dónde.

En la estación de autobuses veo que pasea en esta dirección una chica que lleva unos minishorts verdes, verde manzana, y unos zapatos del mismo color, con algo de tacón. Resalta la carne. Pienso que a lo mejor se dedica a la prostitución de lujo, una de esas que pone un anuncio que dice ANANDA Modelo publicidad Para una relación íntima y completa Me entrego totalmente Zona Goya 150 €.

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1 Comments:

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5:29 p. m.  

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