miércoles, septiembre 24, 2008

Perras

Estoy sentado cerca de la estación de autobuses, haciendo tiempo, esperando que llegue la hora que nunca llega, he ido dentro antes y apenas me senté se me acercó un tipo renqueante que apesta a vinazo, hay una mujer que está con él que se sienta donde el extraño ficus donde antes la gente echaba sus colillas, me pide cincuenta céntimos, me tengo que ir porque no soporto el pestazo, y cuando estoy fuera a la intemperie sobre el banco de madera de la mala muerte se me acerca una yonqui por detrás que me llama cariño y me enseña unos vaqueros, que diez euros, luego cinco, luego tres, luego lo que yo tenga, le hago gestos inequívocos de que no le voy a comprar nada a medianoche en el jardín del bien y del mal, que me he gastado todo el dinero en putas como ella, pero no lo entiende, los vaqueros son en realidad de mujer, me levanto y me voy a un banco más a la derecha más cerca de la carretera, los malditos coches de la madrugada, los que van de juerga van de putas, en Sevilla han colocado grandes carteles para desalentar y tratar de culpabilizar al cliente de la prostitución, estos políticos de pacotilla se olvidan que muchas veces son los clientes bondadosos los que consiguen sacar a una puta que está metida en una red de prostitución, pobre esclava sudamericana que ha sido traída engañada pensando que aquí va a trabajar y se hará rica de la noche a la mañana, cuando por fin se entere de la condición de Occidente (un gigantesco puticlub), ya será demasiado tarde y estará en el Pub Consuelo, en el Club Titanic, en Kiu, en Scándalo, en cualquier tugurio del Polígono San Rafael, donde los coches circulan despacio en círculo cerrado donde nunca llueve, el polvo de estrellas era todo mentira, PRADA eyewear, todas mis fantasías se fueron por el desagüe, porque todas las canciones se han rayado, y todos los libros dicen lo mismo, que vamos a morir, pero todavía no, y mientras tanto, en lo más alto, se arman a tope y en plan gigante pues lo único que temen es que el otro se adelante, y mientras en África alguien lanza una piedra y va a caer trescientas horas después en la Playa de los Cristianos, o en Motril, cayuco va y patera viene, vienen niños, mujeres y parturientas, un avión a Gambia, un avión que regresa con los mismos hambrientos, en Occidente hay comida para todos, hay trabajo para tu madre y para tu prima, hay puticlubs en cada esquina para los ociosos e inútiles europeos, estos alemanes que están hartos de todo, Hitler tenía razón, hace falta un pueblo sobre todos, mientras ella se regocija y se vuelve a poner los auriculares y mira las fotos en su pantallita del mp4, han salido guay del paraguay, hay un rap, ha llegado la FNAC a Málaga, ¡hagamos un concierto!, Facto delafé y las flores azules, rap del bueno, tío, hay un caballo que al pasar por tu vida la hierba no vuelve a crecer, me voy adentro, ya falta menos para la una, cuando sea la hora del lobo llegaré al puticlub, me hartaré de vino, pensaré en Francisco Escalero, el mendigo asesino, sediento de sangre, obedece a la voz, la fuerza interior, mendigos hartos de cartones de vinazo, de pastillas, se masturba frente a cuatro cadáveres desenterrados y si lo deja es porque ni él mismo puede ya soportar el olor, cerca de la Almudena me crié, ahí tengo yo mi alimento, piensa Escalero, mientras la fuerza viene otra vez, cuando con su compañero de albergue, ahí, tan cerca del cuchillo goteante...

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