viernes, octubre 24, 2008

Voces

Hubo un tiempo en que iba al cine y eso era toda una experiencia, salir a la calle nuevamente, disfrutar del paseo hasta el cine en cuestión, a veces el cine estaba en ruinas, a veces la película era en V.O., y siempre siempre me gustaba la película, salvo cuando me dejaba guiar por otros. Ahora que el cine ha muerto, veo las películas por la radio, que es todo mi contento. Hay un programa que se llama Videodrome, que lo ponen de madrugada, pero para eso están los podcast. La película de ayer se llamaba In the mood for love, de Wong Kar-wai (¿te acuerdas de aquellos comentarios entusiastas en el mejor foro de la Red, Inicia, te acuerdas, abraham, de cómo todo el mundo entraba allí y gozaba de lo lindo?). Las voces que me encandilan son las de Sandra Urdín (la voz de oro de RNE ahora, tras la marcha de Lourdes Guerras, ¡qué Voz!), y la de Ana Sterling, a quien escucho por las noches en 24 Horas. Sandra es la voz sensual, casi erótica a veces (escúchese en El amante, del otro programa en que sale, Libro de notas). Ana es la voz de la mujer de otro tiempo, la voz de niña mimada, un poco insoportable a veces, de lo creída que puede llegar a ser, la voz de la hija única que sabe que heredará el mundo (escúchese en El espíritu de la colmena y El sur, de Víctor Erice).

La película de ayer es una historia de amor, tal vez la última película romántica, situada en Hong Kong, o eso creo, en los años sesenta del pasado siglo, cuando las apariencias contaban y había que guardar secretos, esos secretos que la señora Chang sabe por su profesión. El señor Cho, o creo que así se escribe, también está solo, su mujer está cuidando de su pobre madre enferma; el marido de la señora Chang está en viaje de negocios. ¿Qué comer cuando se está solo? ¿qué consuelo para las almas abandonadas? En esta ciudad siempre llueve. El paso del tiempo, ¿qué tiempo?, se expresa a través del cambio de vestido de ella, de corbata de él, se nota en esos pequeños detalles sin importancia. Siempre es la misma música, siempre la misma escalera, el mismo portal y la misma farola, suponemos que el mismo perfume, el mismo comedor, hay un tono rojomarrón que nos deslumbra; la habitación 2046 del South Pacific Hotel. Él está harto de la situación y dice que se marchará a Singapur, le pide a ella que le consiga un pasaje, ¿y ella no se vendría, si consiguiera otro pasaje? La vida sigue. Nat King Cole canta Quizás, o Aquellos ojos verdes y la lluvia ya no sabe igual.

Yo no sé cómo te lo voy a decir, Ana, no sé cómo llegar al estudio, esperar a que acabe el programa, ver cómo te despides de los colegas, ver cómo avanzas por el pasillo, coges el ascensor, ver cómo sales por una de las puertas laterales y te diriges al parking (tal vez el parking sea subterráneo), te metes en el coche (un coche potente, la verdad) y sales a toda velocidad, dejándome con las palabras en la boca. Una mujer del siglo XXI no espera bajo la lluvia.

No sé cómo decírtelo, Sandra, que ya no puedo más, que las voces no bastan, queda flotando el eco, la vibración, luego nada, como el humo del cigarro escapa y desaparece en el éter, si hubiera éter. Es como salir a la calle después de 2046, y sólo hay un pandemonium que no se puede soportar, la verdadera vida está en la Plaza de los Cubos, no en esas salas diminutas, está en Plaza España, no en esos Alphaville de mierda. Sandra se da la vuelta y ya no está, alguien le echa el brazo por la cintura, ella se ríe, algún chiste, alguna anécdota, la vida es más grande que un teatro, la vida tiene muchas caras, la lluvia moja de verdad, hay pájaros allá muy alto, la música de Michael Galasso es sólo una ensoñación, la verdadera música del mundo son los claxons de los coches, las sirenas de la policía o de una ambulancia, los gritos de los niños en una plaza perdida. Sandra entra en su apartamento, se quita los zapatos tan pequeños, entra en la ducha, todas las dudas, todos los amores desvanecidos. Sólo queda un vapor, y luego nada.

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

es posible enamorarse de una voz? de una voces?
un saludo

1:42 a. m.  

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