miércoles, noviembre 12, 2008

Para qué viniste

Se supone que era hoy que iba a ir al concierto de Galliano y demás, en el Festival de Jazz de Málaga, pero como me da tanto asco entrar al Cervantes, ese teatro decimonónico que no sirve ni para el verismo, pues qué suerte, que anoche puse Radio 3 y pillé, ya empezado, el concierto en directo desde el Teatro Fernán Gómez de Madrid (creo que en el Centro Cultural de la Villa), el concierto de Galliano, Gonzalo Rubalcaba, Clarence Penn y George Mraz, dos de sus viejos colegas, el otro es el joven pianista cubano que fue una grata sorpresa, yo me temía un piano afrocubano, y qué va, es un piano intimista, en la onda de los mejores pianistas intimistas de la actualidad, qué felices que fuimos. El concierto duró casi hasta las doce, supongo que empezó a las diez, me perdí tres temas o así, pero qué bueno, Laurita, y los temas de su disco último, Love Day, grabado en Capitol Studios de Los Ángeles, donde grabaron Nat King Cole y Frank Sinatra y tantos, aunque en estas sesiones de Los Ángeles hay otros dos solistas al contrabajo y a la batería. Los presentadores del programa al final dijeron algo sobre la carrera brillante y diversa de este francés de origen italiano, su actualización del bal-musette de aquellos viejos cafés, igual que Piazzolla, su maestro, creó el tango nuevo en la segunda mitad del siglo XX. El viejo acordeón, que nunca fue instrumento de jazz, al menos los fans del jazz nunca lo consideraron suyo, ahora está dentro y con toda soltura, y demuestra que tiene tanto derecho como el saxo o la trompeta, como instrumento melódico. ¿Melódico?, eso no es algo que le entre en la cabeza a Anthony Braxton, escúchense sus Five Pieces de 1975, tal vez no es un vómito negro, pero no tiene nada de la melancolía francesa ni del swing que tanto gustaba a Duke Ellington, es pura rabia, un grito y una pausa, una contorsión, jazz atonal, jazz que se revuelve en el espacio y dice algo siempre cambiante.

Pero después uno se queda en silencio, otra vez es martes y otra vez es noche y vienen todos los fantasmas del pasado, Pepe Luis y Juanma y la bruja (no la de Corazón salvaje, pero le falta poco), y qué razón tiene Javier Marías en esa reflexión o aparte de su novela, cuando habla de cómo no se puede volver a ese pasado con los seres que en un tiempo fueron queridos, que hay un hueco que no se puede llenar, que de nada sirven las palabras de "ponerse al día", porque ella estuvo demasiado tiempo fuera de nuestra vida y ya no es posible que sepa y se entere de lo que pasó, porque se fue de nuestra vida, ella dijo basta y se fue, la puta guarra, y ya no hay manera de suturar la herida, la herida sigue sangrando y lo hará para los restos, ya no hay palabras nuevas porque antes de que abra la boca ya sé lo que va a decir, y dime si no es patético, que antes de decirme algo, cualquier mierda argentina, ya sé lo que me dirá, ¡y encima con las palabras con las que lo hará!, conozco todos sus modismos por no decir que conozco y me repugnan todas sus palabras de la jerga de su ciudad paletorra al lado de los Andes, y mejor te callas y no sigas, porque quiero estar en paz, y has venido de nuevo a retorcer ese pasado, y a levantar polvo y a crear discordia, las mujeres y la guerra, y esta música es decididamente mal jazz, y me voy a levantar y me voy a ir, y creo que ya van ocho cervezas (de litro), y tengo que volver a casa, y cállate, deja de hablar con esas palabras estúpidas, no sabes español, no sabes castellano, tú sólo sabes joder, aféitate un poco las piernas y las axilas, haz el favor.

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