miércoles, noviembre 26, 2008

Residentes

Se les llama residentes, pero son pura bazofia, desechos viejos (¡o no tanto!) que vienen a la Costa a pasar sus últimos días (¡que al final se hacen años!), y se encierran en sus malditas urbanizaciones, porque no quieren saber nada de los nativos, porque no quieren aprender castellano, porque se creen más listos que nosotros, cuando son la última cagada. Les hacen, encima, una fiesta, un día al año, para celebrar que han decidido honrarnos con su presencia, mal rayo les parta. No saben nada de nada, pero cuando un supermercado tira los congelados porque se les ha roto el sistema, son los primeros en pillar los productos. Se enteran de todo lo que es gratis, porque encima son unos miserables. Apenas saben de algún sitio con internet gratis, ahí se lanzan de cabeza. Si entras a sus locales, esas mafias consentidas, te miran como si te fueran a dar una paliza. De ochocientos bares y restaurantes, más de la mitad son suyos. Son unos invasores dulces, como dirían los más moderados; da igual que sean británicos, alemanes o nórdicos, son la misma mierda (bueno, los nórdicos un poco menos), porque todo el que llega a un lugar y no se integra es una cagada que merece ser expulsado. Supersol ha puesto buena parte de sus productos sólo para ellos, en la panadería sólo venden ese pan negro de semillas que parece un mojón. Lo mejor es que se vayan todos, qué alegría que la libra se devalúe, pero esta gente son como los sudacas, que una vez aquí ya no quieren irse, unos por el trabajo, ellos por el dichoso sol de los cojones. Matad ingleses de vez en cuando, el Dios Soberano os lo agradecerá.

Y mientras, aquí, me dedico al jazz no anglosajón (aunque de vez en cuando caigo en la tentación del Imperio), leo un poco a George Steiner, que ya en los comienzos de los 70 del pasado siglo advertía de la "musicalización del mundo", ¡lo que es hoy este perro mundo de coches-discoteca y botellón!; también repaso ese libro que ha escrito una danesa sobre Martinus, ese danés que lo sabía todo sobre la vida y la muerte. Y por la noche tengo malos sueños, pienso en una hecatombe, maldigo a los vecinos, les deseo la muerte y cuando me entero que alguno ha tenido una desgracia me alegro mucho, y en fin, así van pasando los días, entre viejos que se resisten a morir y jóvenes catetos de la jodida Andalucía-no-hay-más-que-una.

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3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Como siempre, otra entrada de 10.

12:47 p. m.  
Blogger Mike said...

Joder, lo tenía que decir: es que vives en Malaga coño, qué quieres? Y Malaga dentro de lo que cabe creo yo que se salva un poco, pero es que Andalucía...

Sisi, precioso, se come genial, sol, playas, la gente es muy maja.
Majos, algunos. Estoy harto del señorito andaluz, chulo, facha, cateto. Y eso por no hablar del cuco andaluz (cuco=macarra) El del "flamenquito", el de los oros, y las motillos de cateto que te despiertan de la siesta.

Joder, yo es que a esta ralea no la he visto en otros paises...

Mierda, parezco Dragó echando pestes de mi pais... Si, tengo prejuicios con los andaluces...

6:54 p. m.  
Blogger lukas said...

Mike, pues así están las cosas. Al señorito andaluz lo tengo bien cerca, conozco a uno que es así, el tío como BErtín Osborne, que se cree guapo, no trabaja, se levanta a las diez, da su paseíto, miserable para algunas cosas, facha por cojones...

Los macarras también son multitud, y es lo que dices, motos a escape libre, coches-discoteca, todo el tiempo el cantecico cateto, un horror.

Sólo los ingleses aguantan esto, porque ellos también son macarras, los que vienen a esta parte de la costa son taxistas retirados, llenos de tatuajes hasta en la polla, un espanto.

Desde luego, vayas donde vayas, en otros países no hay esto. LA Costa del Sol, la última mierda..., y porque no quiero hablar de la mafia rusa y de la prostitución por doquier..., y la mafia inmobiliaria-prostitución de día...

10:18 a. m.  

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