viernes, diciembre 18, 2009

De vuelta (III)



Ahora estoy de nuevo en la calle y es otro día. Hace un poco de frío, pero tampoco es para tanto, aquí nunca hace realmente frío y nunca pasa realmente nada. Bueno, una vez un marroquí mató a una argentina, Cecilia, una chica realmente guapa, joven, y el tipo no paró hasta que se salió con la suya, a pesar de que ella tenía protección policial, pero eso pasa, que cuando uno está obsesionado no para hasta conseguirlo, ¿el qué?, lo que uno quiere hacer, que es ir hasta el límite, y el límite en música es lo que hacen estos japos del free jazz y la libre improvisación de algunos nórdicos y americanos, pero eso pasa cuando estás en tu casa y en lo oscuro entonces una mujer sin sombrilla, con su sonrisa perturbadora, su risa diría que estentórea, se manifiesta, viene a ti y radia, como un fenómeno extraño que salta todas las barreras, y es entonces, cuando la oscuridad cubre la casa y recuerdos que permanecen escondidos salen de nuevo a la luz, es entonces que Erwin me habla, me dice su palabra, que está llena de espuma, le toco un hombro imaginario al perro que dormita bajo el banco de madera, el vino también tiene madera y es algo, que ella pase su brazo por mi cuello mientras susurra algo que no se entiende del todo, porque lo ha hecho a propósito así, para que no se entienda muy bien, así como había prometido, "que no se entienda muy bien", lo dejó escrito y la palabra es lo que cuenta, una palabra llena de taninos y de toninos, una palabra que está salada y a la vez es dulce, dulce como la miel que se escurre por los labios, sus labios, ¿qué labios?, y la sonrisa de niño travieso se escurre por las piernas, y Erwin dice algo, sobre las mujeres rubias que son frías, y yo me río porque es la hora de la risa, tendría que ponerlo así, estilo gótico, tú estás aquí y eres lo mejor que me ha pasado, y ya nunca vas a irte, y las palabras que nos hemos dicho en agosto se quedarán hasta la primavera, su primavera, y los sonidos que brotan del vientre de la bestia, del altavoz enano y diabólico, dice algo que me inquieta, que ella está llena de mí y de mis pensamientos, y que cada uno araña y corta y es la espina de la fútil rosa, y ahora te tengo, no te soltaré, reina de las nieves, en las viñas del señor me tomaste y de tu pulso se mantiene, un escorzo y el pincel se extravía, por el vientre lleno de mosto, ella. Erwin tira la cerveza, no, la tira Rocky el maldito perro porque ha visto a otro perro pitbull y la tiene que liar, como siempre, espera que viene Philip con su pequeño diablo, terrorista mejor dicho Fredy, tengo fotos que lo atestiguan, ya veo señales en rojo por doquier, y la cerveza cansa y no se mantiene mucho tiempo dentro y ella está sobre mí y se mantiene derecha y cuando la veo así tengo un orgasmo tan poderoso que quedo paralizado por el placer, ver sus pechos tan erguidos ver su vientre tan terso y todo lo demás que se despliega, Erwin me está hablando pero ya estoy en otra dimensión y en la quinta dimensión ella me da la mano pero no puedo tocar más que un hilo de voz de plata de un precioso metal que brilla en una distancia de hada, ella tiene ahora algo que le cuelga fucking hell, ella tiene fuck off, ella...

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Probando uno sí sí uno uno dos uno dos sí sí

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