martes, febrero 12, 2008

Contra el porno

En un mundo profundamente vulgar que ha perdido todo encanto, ya apenas quedan voces inocentes, voces femeninas impresionistas que seduzcan al momento, casi todas las palabras están infectadas por los vicios del cuerpo, hay algo en tu forma de hablar que deja que desear.

Ambigüedad insoluble: el porno pone fin mediante el sexo a cualquier seducción, pero al mismo tiempo pone fin al sexo mediante la acumulación de signos del sexo. Parodia triunfal y agonía simulada: ahí está su ambigüedad. En este sentido, el porno es verdadero: es el resultado de un sistema de disuasión sexual por alucinación, de disuasión de lo real por hiperrealidad, de disuasión del cuerpo por su materialización forzosa.
(Jean Baudrillard, De la seducción, cap. "Porno-estéreo").

Ruido y furia y sexo barato en los after de medio planeta. Hasta aquí hemos llegado. Todo a la vista, todo grabado en vídeo, televisión porno y farmacopornografía. Fin del secreto.

El porno dice: hay un sexo bueno en alguna parte, puesto que yo soy su caricatura. Con su obscenidad grotesca, es un intento de salvar la verdad del sexo para volver a dar alguna credibilidad al modelo sexual en declive. La pregunta es ésa: ¿hay un sexo bueno, hay sencillamente sexo en alguna parte, sexo como valor de uso ideal del cuerpo, como potencial de goce que pueda y deba ser "liberado"?
(ídem).

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