jueves, marzo 27, 2008

Eros es más

Así se llama el libro de Juan Antonio González-Iglesias, XIX Premio Loewe de poesía (Visor, 2007). Es un librito que se lee pronto, en una hora o así, pero que se asimila lentamente, como suele pasar con la poesía. Así que a lo largo del día de ayer le estuve dando vuelta a ciertos poemas, en general, no pienso en ninguno en concreto (tal vez en ese que habla de un Octubre, mes sin dioses). La cosa es que me dio por pensar en este libro que habla de una realidad otra, como alejada del mundo cotidiano, una realidad que transcurre de campus en campus, bellos estudiantes paseando sus libros, el profesor de latín que los contempla y admira en secreto sus cuerpos rezongantes. Es la vieja historia que siempre nos contó Luis Antonio de Villena, y antes Kavafis, y antes... Me cansa un poco esta metarrealidad, y no es extraño pues que en un poema el autor se pregunte para qué sirven todos esos artículos eruditos que lee y estudia. No se puede ser más minoritario, ser poeta, profesor de latín y homosexual...

Si viene a Málaga, es con María Victoria Atencia...

Luis García Montero presentando su último libro en la Residencia de Estudiantes, rodeado de amigotes, y su familia, padres, sus hijas, etcétera. Todo queda en casa, con la vista cansada...

Y pienso entonces en una historia leída en la prensa, sobre un caso familiar que nada tiene de poético, aunque me parece mucho más real que cualquier poema erudito para amiguetes. Se trata de un hombre (español, se dice), de 27 años, al que ha dejado su novia, qué perra la tía, dejarme solo, entonces qué voy a hacer, estoy tirado, llamaré a mi mejor amiga. Su mejor amiga vive en Coín, Málaga. Y tiene una hija de 13 años, dicen que es una niña, eso ya lo veremos más adelante. Esta madre, con todas sus buenas intenciones, ha criado a esta chica, pero no contaba con algo que se le escapa, se trata de la vida sexual de los animales en flor. Y un hombre abandonado, es siempre peligroso. Enseguida la chica se insinúa, ella quiere estrenarse, les pasa a todas, que quieren saber lo que se siente más allá de los libracos del cole y las enfermizas charlas de café, y la televisión que idiotiza, y los amigos que no saben meterla. La madre no sabrá nada de todo esto, ella ya ha probado de la fruta prohibida, y la dejó en el cesto de la ropa sucia. Ahora su hijita quiere conocer el árbol del que se cosecha lo mejor. Ahora el hombre de 27 años, abandonado por su novia que se ha liado con un empresario del sector inmobiliario, ojalá te pudras so foca comepollas, ahora el hombre está preparado para liarse la manta a la cabeza. La chica, a la que consideran una niña porque no le han visto el higo entre las piernas, ahora la niña rosaflor, ahora se lanza a la aventura, dice quiero que te metas en mi cama y bebamos de ese brebaje que guardas con amor. El amor es más fuerte que la muerte, dice el poeta homosexual, que sueña con el gimnasta que en los fines de semana pincha discos en una disco de Fuenlabrada, Madrid claro que sí. El amor a quién le importa el amor, dame un poco de reposo, guerrero. Pero antes quiero la guerra que guardas celosamente entre las piernas. Ella se lanza a la cama de la madre, la madre está al caer pero ella no sabe nada de esto, tiene ardores que hay que apaciguar. No es una bella historia de enamorados, ni falta que hace. Pelopincho conduce un Golf, sueña con tener un Audi, pero todo llegará. Ahora tiene entre sus brazos, mejor dicho, se le tira encima, esta bella golfa, mucho mejor surtida que la pescadilla de su madre. Sabe dar unos chupetones de quitar el hipo, la muy zorrita. Y qué astuta que es. Las canciones de la radio no mienten, las niñas del hip hop saben follar como nunca. Y ahora Paola tiene todas las de ganar. Después de los arrumacos viene la parte más fuerte, ella se menea que da gusto, ahí encima y con sus tetas saltando como manzanas locas bajo el granizo. Él le da todo lo que le pide, pero ella, su especialidad, es chuparla, lo hace con todas sus fuerzas, ése es su lema electoral. Así que se lo pide, hazme una mamada que me muera ya, so guarra. Y ella accede encantada, ha visto muchas pelis porno, fuera sopla el viento, este viento no nos llevará, estamos seguros en nuestra ratonera. Entonces una puerta, un chasquido, los tacones de mamá, la muy puta vieja. La puerta entreabierta, los gemidos no se pueden disimular en plena faena, Rosaflor la tiene en lo más íntimo. La madre grita, despavorida, va a denunciar la afrenta, ¡su invitado, menuda traición!

El amor es más fuerte que la muerte.

Pero el sexo es más real que el amor.

Me canso de la radio, de las viejas canciones, me canso de las mismas melodías, de los cánticos hace tiempo, sé que estaré perdido apenas me eche a dormir, en el sueño sueño con un artista que hace cosas con un pincel, cosas obscenas, el sexo también participa, en el sueño hay una mezcla salvaje de lo más brutal, hay orgías entre hombres y mujeres despedazadas en el acto y hasta un chatarrero que pierde la cabeza.

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miércoles, diciembre 26, 2007

Remate

El Ojo Crítico: lo importante es cantar, expresarse en voz alta, el querido radioteatro, Esther de Lorenzo y Ana Roldán leyendo cuentos de SF de Ray Bradbury e Isaac Asimov, Javier Bergia cantando nanas, la alegría en las ondas, la belleza del crepúsculo, alguna tormenta pasajera, estaba en la terraza y se produjo el apagón, tenía los dedos helados, no sé de dónde vino, esa estrella, escuchar a Cage, sus treinta piezas para cinco orquestas, no sabes de dónde vienen los sonidos, están agazapados y luego saltan y escapan en todas direcciones, Toni Garrido y El Sueco haciendo más livianas las tardes del invierno, navidad dulce navidad, un té de bergamota, te quiero y nunca te dejaré de amar, acabo de leer Fima, de Amos Oz, la mejor novela que he leído en mucho tiempo, yo tenía algunos gatos, en sueños estoy bromeando sobre Maradona, me meto con la puta de la argentina con la que estuve en mi otra vida, y luego recibo un virus vía móvil, una serpiente, un veneno como no podía ser otra cosa viniendo de semejante furcia, voy al cyber y hay otra furcia argentina y, sencillamente, voy a tener que alejarme de su influencia, yo estaba feliz y de repente vino el pozo negro y me hundí en sus negras aguas, los días alcohólicos, quién me dice que no volverán, los cuentos y los días, me acuerdo de mi padre, errores de apreciación, en Nochebuena escucho el acústico de Amaral, desde La Boca del Lobo, Diego Manrique le hace algunas preguntas a Eva, ella canta, con su melancólica voz, hay que escuchar, el verano del amor, canciones de navidad que nos trae Pérez de Arteaga, si no fuera por la radio, qué sería de mí, ahora llueve fuerte, los días son cortos y breve es tu sonrisa, tú no sirves para llenar mi vida, todas hacen el mismo paripé, delante del espejo, se retuercen, se masajean las tetas, no hay pornografía, sólo un triste descenso en ascensor.

Juan Bonilla no está de acuerdo con el decálogo de Vicente Verdú sobre la novela que sirve y la que no, él es un escritorzuelo cómo podría estar de acuerdo, pero la verdad es que si escribes ahora, o escribes según el decálogo, o te arrastras por la decadencia, y esperas que te adapten al cine, o entretienes sin más, y entonces, ¿qué haces con la otra vida acuciante que es la única realidad? La literatura, la narrativa, es el yo y el fragmento, nada más, lo otro es impostura.

Porque soy, te detesto, bebo mi vino, me acuesto, tengo pesadillas, tatuajes serpientes y virus y felaciones y películas porno para animar el cotarro.

Venga, enciende la radio.

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