miércoles, septiembre 27, 2006

Otro hallazgo




Tras algunos días sin leer literatura, de nuevo encontré una novela que merece la pena, de nuevo en inglés, claro (vivo en Guirilandia, por lo que aquí es más fácil encontrar libros en alemán o inglés que en castellano). Se trata de The lonely passion of Judith Hearne, de Brian Moore (Flamingo, 1994). El original es de 1955, y ganó el Premio a la primera novela del Author's Club, fue su debut exitoso. Luego se hizo una película a comienzos de los años 90, que me perdí (la dieron en una de esas semanas cinéfilas de Málaga, cuanyo iba tanto al cine).

Es una historia de una mujer solitaria, que llega a una nueva casa de huéspedes, y allí se encuentra con un hombre también solitario, pero bien parecido y amable, y entonces la pobre empieza a soñar con un futuro más brillante, porque su presente es bastante aburrido, por no decir patético. James Madden ha estado un tiempo en New York y allí no le ha ido bien del todo (aunque ha salido de las estrechas fronteras de Irlanda --la acción se desarrolla en Belfast); por su parte, Miss Hearne cree que América es el paraíso y por ello, cuando luego vaya sabiendo más de James, se llevará alguna que otra sorpresa; voy por el capítulo siete, todavía. No sólo es interesante la historia, sino la manera de contarla: aunque escrita en tercera persona, el narrador gira de vez en cuando hacia la primera, se mete dentro de los personajes, sobre todo en los de los dos protagonistas, y obtenemos así una especie de monólogo interior o corriente de conciencia del estilo al que usaba Virginia Woolf en Mrs Dalloway, por ejemplo. El capítulo 6, en donde aparecen todas las voces de la casa, cada una con su peculiar estilo lingüístico, es un tour de force que me recuerda al mejor Julian Barnes, el de Amor, etcétera. Moore demuestra así que es un narrador excelente, que sabe cómo meter al lector enseguida en los problemas ajenos, amén de trazar un retrato femenino maravilloso. Así que ayer me pillé otra novela suya, más reciente, Black Robe, que también ha sido llevada al cine.

Estoy contento, porque al fin el viernes me traen la librería Pombal de La Oca.

Aunque estuve el otro día en una tienda Sumobel, ví el rincón de muebles de Banak Importa, y me enamoré de una librería que tienen allí, con su barra y todo para poner la escalera. Ay, el deseo siempre circulando, siempre la insatisfacción...

P.D. He leído un artículo muy bueno de Juan Bonilla sobre Melville y su obra maestra.

P.D. (2) Este fin de semana estoy en El Bosque.

martes, septiembre 26, 2006

Sin magia

GUBAIDULINA: The dancing sun (Estreno en España). LAVISTA: Stabat Mater (Estreno en España). RILEY: Requiem for Adam. MOODY: Ossetian Requiem (Estreno en España). Coro de la Generalitat Valenciana. Octeto Ibérico de Violonchelos. Dir.: E. Arizcuren.
(sábado 23 de septiembre)

MANCHADO: Cuarteto de cuerda (Estreno). NORGARD: Cuarteto nº 8 . EDLUND: Brains and Dancin . PIAZZOLLA: Four, for tango. Cuarteto Vertavo.
(lunes 25 de septiembre)

PUERTO: Mito. LIGETI: Konzert. CERVERÓ: Tentación del vació “Sinfonía nº 1” . M. LINDBERG: Arena II . C. Apellániz (p.), Grup Instrumental de Valencia. Dir.: J. Cerveró.
(viernes 22 de septiembre)

DILLON: El libro de los elementos . Noriko Kawai (p.).
(martes 26 de septiembre)
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De momento, los conciertos que pude escuchar del Festival de Alicante. Y nada destacable hasta la fecha, este año con el lema "Luz de posición", con protagonismo de lo nórdico y lo espiritual o religioso. Seguiré a la escucha, por si surge la sorpresa...

(Ayer escribí un mensaje más largo detallando cada concierto, pero se me borró y hoy no tengo ganas de repetirlo, lo siento.)

viernes, septiembre 22, 2006

Otoño sombrío (II)

Anoche, antes de acostarme, leí una noticia en El País, de hace tiempo, cuando Susan Sontag sacaba su novela En América. No sé si leeré ahora esta obra, después de la última me gustaría seguir investigando la naturaleza extraña de ese país...

En la Clásica, escucho el final de una obra de Zulema de la Cruz, para violín y orquesta de cuerda: dura, abrupta casi, lo más opuesto a esa fluidez posmoderna que es lo que se lleva ahora, que es lo que me agrada escuchar. Quité la radio, sonó el teléfono, llegó el relax.

jueves, septiembre 21, 2006

Otoño sombrío

Mucha tristeza nunca le humilló
pero temía el hondo pozo oscuro
que él envolvió en sus aguas cenagosas.
Mucho haloperidol; pinchazos de antabús
probó electroterapia veinte veces
y salió disparado hacia una vida
que ahora ya no recuerda: quince años
hasta que llegó el litio: quince años
perjudicando a todos los que amaba
pues gastó su dinero y el ajeno
en alcohol en viajes y en delirios.
Pero el litio llegó y está en su sangre
y ahora es su compañero de por vida
hasta la oscuridad o la luz total.


Llega el litio, José Agustín Goytisolo; de Las horas quemadas, Lumen, 1996.

Ayer, mientras rebuscaba entre mis recortes, y ordenaba los de literatura, encontré uno con la noticia, el 20 de marzo de 1999, de la muerte de José Agustín Goytisolo, "el poeta popular", y para ilustrar la noticia (no se decía abiertamente que había sido un suicidio, sino que el poeta "se desplomó desde su piso en Barcelona", y se veía en la foto su cuerpo yacente en la calle tapado por una manta o sábana), ponían este poema, que me encanta. Detrás, algunos perfiles de gente que lo conocía, una foto de él y Paco Ibáñez, el que puso música a su poema más popular, Palabras para Julia. Uno no tendría que husmear en cosas del pasado, me parece..., antes bajé al sótano y fue peor, vi un álbum de fotografías en donde me veía en mi anterior vida: un pequeño horror. Y luego, en los sueños, se me aparece gente del pasado, o sea, fantasmas...

miércoles, septiembre 20, 2006

Otoño musical

Conciertos a la carta. Transmisión directa desde la Sala Wilfrid Pelletier del Palacio de las Artes de Montreal (Ana Vega Toscano)

BEETHOVEN: Sinfonía nº 9 en Do menor, Op. 125. IVES: The unanswered question. USTVOL'SKAYA: Sinfonía nº 4. A. Denoke (sop.), M.N. Lemieux (con.), M. Schade (ten.), A. Held (bar.), L. Bessette (p.), P. Merkelo, S. Desgagnés, Coro y Orq. Sinf. de Montreal. Dir.: K. Nagano.
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Música Viva 2004. Concierto celebrado en el Hamer Hall de Melbourne el 25 de noviembre de 2004. Grabación de la ABC, Australia.

MOZART: Cuarteto en Si bemol mayor, K. 589 (24'03”). BARTOK: Cuarteto nº 4, Sz. 91 (22'39”). VINE: Cuarteto nº 4 (17'04”). BORODIN: Cuarteto nº 2 en Re mayor (26'47”). Cuarteto Takács.
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X Festivales de Verano de Euroradio

Proms de Cámara. Concierto celebrado en el Victoria and Albert Museum de Londres el 4 de septiembre de 2006. (José Iges).

BERG: Sonata para piano en Si menor, Op. 1. SCHUBERT: Sonata para piano en La mayor, D. 959. S. Kovacevich (p.).
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Estos son los tres conciertos que escuché en los últimos dos días: el primero era desde la ciudad canadiense, en donde las dos primeras obras se encadenaban, dando lugar a una amalgama singular, de las que tanto me gustan: Ives y su enigmática obra, en donde se nos "habla" del misterio del Tiempo y la divinidad, y todo queda en el aire; y luego, sin pausa alguna, la potente y no menos extraña pieza de la autora rusa, su sinfonía para orquesta y voces, realmente singular. Luego, como estreno de Nagano al frente de esta orquesta extraordinaria, una versión encendida de la Novena por antonomasia. Para el recuerdo.

Ayer, primero un cuarteto de cuerda, el Takács, de origen húngaro pero radicado hace tiempo en Estados Unidos: tocaron de todas las épocas, desde el último Mozart (se nota sobre todo en la densidad dramática del adagio) hasta el clásico ruso, Borodin, pasando por Bartók (tengo la grabación de su integral cuartetística por ellos mismos, en Decca) y por un contemporáneo, Carl Vine, con un cuarteto ecléctico, expresivo, muy de nuestros días (estoy pensando que la música ecléctica es la más libre, mientras que la que sigue el espíritu de las vanguardias es ya demasiado académica, tanto para intérpretes como para el público).

Luego, un poco después, el piano de Kovacevich, tocando dos obras muy distintas, aunque en realidad no tanto: la Sonata de Berg; y la Sonata D. 959 de Schubert, que tiene su momento mágico en el Andantino, con ese "desgarro trágico" que se ha dicho, un momento realmente lúgubre; por contraste, el Scherzo que le sigue es otro mundo, luminoso y un poco frívolo.

En fin, hoy llueve un poco, y uno se hace a la idea de que es posible también, en la abrumada vida cotidiana, un poco de ligereza.

P.D. Leo un artículo de Juan Goytisolo sobre Larva de Julián Ríos, en donde defiende la libertad de esta escritura, frente a la académica y falta de imaginación escritura de la cerrazón española. Se titula Más vale pájaro suelto.

lunes, septiembre 18, 2006

Made in USA



Tiene razón Portorosa cuando dice en una de sus entradas sobre literatura, que parte de las obras de Estados Unidos que lee le parecen marcianas, porque tal es la diferencia de costumbres, de gestos, entre los personajes de esas novelas o historias, y los suyos propios, que parecen de otro planeta, y de ahí que no se produzca la más mínima identificación necesaria para que la historia penetre en uno. No llego a tal extremo de extrañamiento, pero casi, cuando leo una novela, por lo demás, muy pero que muy interesante: The Kiss --A secret Life, de Kathryn Harrison (Fourth Estate, 1997), que se tradujo al castellano hace años aunque creo que pasó desapercibida. La novela es autobiográfica, y viene a contar su vida desde que era una cría, una vida como otra cualquiera pero no: porque de lo que se trata es de la vuelta del padre, un padre que ha estado ausente desde que ella tenía seis meses, por lo tanto, es como si nunca hubiera estado; un padre que aparece fugazmente a los cinco años, luego a los diez, y luego con toda la fuerza del deseo sexual, a los veinte, que es el clímax de esta impactante novela que nadie se tendría que perder, porque es un paso más allá de Lolita, y esta vez de forma muy real, nada novelesca. Ése es el centro de la historia, el retorno de lo perdido, que parece poco menos que un absurdo, pero que se convierte en un real peligroso, como de forma tangencial advierten todos cuantos rodean a Katie. Ese aislamiento en la vivienda del sótano es el punto de inflexión (con el abandono temporal de sus estudios), como más tarde aparecerá otro síntoma, las ampollas del herpes que renace desde su posición dormida desde que ella tenía cinco años..., justo desde aquella primera visita paterna. Y ese verano, ya con total libertad para viajar con su padre, conocerá por fin los latigazos de ese deseo que no se puede reprimir un día más. Si antes lo que ha tenido es dominación por parte materna (con la descuidada madre y los abuelos tiranos y censuradores), ahora va a conocer su otra mitad, que es la que necesita para estar completa y conocerse a sí misma...

Estamos ante una novela muy americana, en el sentido de que la novelística yanqui trata un tema por antonomasia: la Búsqueda del Padre, y eso desde los novelistas primeros hasta Paul Auster y los que siguen en su estela. Creía que mi padre era Dios, pero en realidad era un donjuán; creía que mi padre había muerto, pero en realidad estaba deseando pillarme ya crecidita...

Fascinante, y sobre todo, qué valor el de esta mujer para contar los momentos de "exposure" (éxtasis), y de qué manera tan auténtica cuenta el momento en que su padre, en la terminal del aeropuerto, le inocula el "poison" (título de otra novela) de su beso...

viernes, septiembre 15, 2006

Sprache



Festival de Lucerna. Transmisión directa desde el Centro de Congresos de Lucerna. (José Luis Pérez de Arteaga).

SCHÖNBERG: Sinfonía de cámara nº 2, Op. 38. WEBERN: Huid en barcas ligeras, Op. 2. Luz de los ojos, Op. 26. BOULEZ: Cummings ist der dichter. PINTSCHER: Monumento V . BERIO: Calmo . L. Castellani (mez.), Orq. de la Academia del Festival de Lucerna. Dir.: P. Boulez.

Estupendo concierto el del pasado jueves día 14, con el programa que acabo de colocar aquí arriba. El lema de este año era "palabra, idioma, expresión", y este concierto respondía perfectamente a esta iniciativa. El viejo Boulez entregaba un programa cargado de palabras, de sensaciones, de preguntas sin respuesta. ¿Adónde voy por este camino, más allá de la tonalidad?, se preguntaba Schönberg, cuando abordaba las obras decisivas, al romper el nuevo siglo. En esa sinfonía de cámara está la tradición, y un camino nuevo, que Adorno defendería con pasión, y que otros negaron y repudiaron enseguida, cuando una tercera vía era poco menos que reaccionaria. Hubo un poeta de este grupo, Stefan Georg, de tintes simbolistas, autor de muchas de las letras de estas canciones que escribieron Webern y los suyos. En el concierto suizo se tocaron las dos versiones de "Huid...", con la pequeña cantata "Das Augenlicht" en medio. La primera parte se cerraba con la versión de 1986 de la obra de B., pero con 32 voces, el doble del que aparece en la partitura. Aquí el poema se rompe y queda hecho añicos, vocales apenas, golpes de aliento. Es la abstracción en estado puro. Rimbaud también estaría presente, ya en la segunda parte, de la mano del joven aún Pintscher (nacido en 1971), con esta obra que es una especie de esbozo de su ópera "Le space dernier": fuera de la podrida Europa, un continente más amplio, un horizonte nuevo... La noche acababa con "Calmo" de Berio cantada por Luisa Castellani (a la que pude escuchar en Granada hace años, con G. Benjamin dirigiendo una obra propia y ella de solista), que se ha especializado en música italiana contemporánea. Esta obra tiene que ver de nuevo con alguien que ya no está, el arte es honra de los muertos, es "obra-para-el-ausente", en este caso el gran Bruno Maderna. Una pieza-collage, con poemas y textos que vienen de diversos lugares, y que en su día cantara la enorme Kathy Berberian.

En el descanso, Arteaga puse dos obras más de este tiempo, el Cuarteto op. 24 de Webern, y el "Preludio a la siesta de un fauno" de Debussy, en versión de la Orq. de Cleveland dirigida por el mismo Boulez, claro. No es una versión que me encante, pero se agradece escucharla una vez más: Mallarmé, el Libro...

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En el fin de semana, ayer mismo, un CD con obras de Gorecki, grabación de 1995, cuando el boom de su Tercera Sinfonía, la de las canciones tristes. Un disco que, si se piensa un poco, uno dice: las dos primeras obras están escritas en contra de la horma feroz del comunismo regulador, aplanador de conciencias artísticas: ese "Pequeño Réquiem por una Polka" es una burla de todas las músicas populares, de todas las dictaduras pequeñoburguesas, del gusto bobalicón del pueblo; y qué decir del Polski Rock que es el Concierto para clave y orquesta de cuerda..., ahí es nada, con la punki Elszbeta Chojnacka haciendo de las suyas, en las dos secciones en que se divide la breve pieza (también me acuerdo de cuando la ví/ escuché en el Fest. de Granada de hace años, tocando el Conc. para clave de Manuel de Falla, como preludio del Retablo de Maese Pedro, con los subversivos decorados de Mariscal, que llegó a decir que, por él, las voces de Don Quijote y el Trujamán las habrían puesto dos raperos...). La obra con que termina este extraño disco (London Sinfonietta como conjunto destacado) es otro memorial, en este caso para Michael Vyner, y la letra está sacada del Hamlet de Shakespeare: Good Night, para soprano, flauta alto, piano y tres tam-tam, que sólo aparecen al final y con un toque espectral, pero a la vez transmitiendo mucha calma. Esta obra sí que es seria, y supone una vuelta de tuerca a ese minimalismo con el que G. reaccionó ante tanta morralla de solidaridad...

lunes, septiembre 11, 2006

Noche espacial




Me paso el fin de semana (salvo una salida en falso el sábado por la mañana, en que vuelvo a casa cabreado y con ganas de no salir más en mucho tiempo), me paso el fin de semana, digo, ordenando cajas de recortes, poniendo algunos en hojas transparentes y luego en carpetas, pero se me acaban las hojas pronto (esos paquetitos de diez no sirven para nada), y tampoco tengo carpetas para lo de arte y ahora para los nuevos de ensayo, artículos sobre psicología, política, literatura y más cosas. Y luego de una caja de zapatos en donde guardo lo de cine saco algunas críticas ya viejas de Ángel Fernández Santos, el mejor crítico de cine que he leído, y al que echo mucho de menos, desde que ya no está el cine no es el mismo, falta su compromiso y su rabia para criticar el cine comercial, falta su mirada, sus palabras a veces duras y esas frases, esa sintaxis dura, dialéctica, para hablar de películas necesarias como Funny Games de Haneke, que leo antes de acostarme.

En Radio Clásica he estado escuchando dos programas, Hoy como ayer, dedicado a los pájaros (con un fragmento extenso de Messiaen, de su ópera San Francisco de Asís, que me resulta un tostón); y luego Álbum de viaje, dedicado al viaje espacial, con obras todas muy interesantes: de Messiaen, de nuevo, de su obra Des canyons aux étoiles, la pieza Llamada interestelar, para trompa sola, muy expresiva; luego Plutón, la continuación y el remate de la serie Los planetas de Holst, de Colin Matthews, bien; seguía la Serenata para un satélite, de Bruno Maderna, tal vez la obra que más ha envejecido, con esa aleatoriedad tan sugerente, y que me hace vibrar por primera vez, después de tanta pretensión de misticismo, por fin algo material, físico en estado puro; y acabó el programa con el Réquiem de Ligeti, que nació como obra abstracta y se convirtió por el genio prospectivo de Kubrick en una obra asociada de por vida al espacio y su silencio tenebroso, a su impalpable materia oscura y la fluidez imparable de su energía. Voces al límite, y el recuerdo de cuando la escuchamos en directo en Madrid, una experiencia vital.

Duermo intranquilo, tal vez temiendo lo peor. El nuevo día, su infierno cotidiano: el infierno es: la vida, las crueldades cotidianas.

jueves, septiembre 07, 2006

Pamplona




Cerca del Mesón del Caballo Blanco, en la parte alta, una de las zonas más bonitas de la ciudad.

Lo hermoso de Pamplona es que es una ciudad hecha a la medida del hombre, con muchos parques, árboles, lugares para descansar, poca población...

lunes, septiembre 04, 2006

La pasión del viaje



Me dije que antes de que terminara el verano leería In Patagonia de Bruce Chatwin (Penguin, 1988), el libro de viajes más importante del pasado siglo. Chatwin, el viajero por excelencia, arranca esta historia con una anécdota que parece de película, y a partir de ahí, comienza una aventura que lo llevará al lugar más remoto de la Tierra, un espacio aún vírgen, donde sopla el viento sin descanso y en donde los hombres fuera de la ley todavía son posibles. Desde Buenos Aires recorre un territorio singular, que a partir de Bahía Blanca (el último lugar antes del desierto patagónico) lo lleva a Río Negro, Port Madryn, Gaimán, Río Chubut, Trevelin, Epuyen, Cholila, Esquel, Arroyo Pescado, Río Pico, Comodoro Rivadavia, luego hasta la zona de Perito Moreno, donde el famoso glaciar... En el camino se va encontrando con numerosos personajes y nos describe a otros de otro tiempo de los cuales cuenta historias que parecen inventadas (aunque la bibliografía del final no es ningún cuento): Su Alteza Real Philippe de Araucania y Patagonia; Anselmo el pianista; Butch Cassidy y sus colegas; una doctora rusa; Anton Hahn; Casimir Slapelic el lituano que encontró un dinosaurio en la barranca; Padre Manuel Palacios; Charles Milward el Marino, que encontró el brontosaurus, que no era tall, sino el mylodon, en una cueva en Last Hope Sound en la Patagonia chilena, y que es el desencadenante de toda esta aventura.

Ya no quedan muchos sitios adonde aventurarse, pero libros como éste nos demuestran que aún es posible, si se va con la sola idea de caminar, de hablar con la gente del lugar, de vivir con ellos sus vidas anónimas, de sufrir y beber y dormir junto a ellos, como hace Chatwin, al que es un placer leer siempre.